Del gato siempre envidié su autonomía, desapego, frialdad y su elección por la soledad.
Cuando conocí a mi gato - que sirvió de inspiración para este blog y que sin querer me permitió explorar una afición: escribir - comprendí que tienen una personalidad mucho más libre, es decir, una especie de repelente ante sentimientos, necesidades y dolores. Si bien es cierto, lo conocí en una etapa en la cual mi carácter era fuerte, agresivo y rebelde; caía siempre en la conclusión, de quien me conocía profundamente, como alguien débil y con muchos temores - como aquella canción que dice así: "he sido un cobarde disfrazado de valiente" - es por ello que siempre quise ser como un gato, porque carezco de todos sus elementos.
Ahora bien, ya estoy mucho más cerca porque he descubierto, de la manera más increíble e irreal, que soy alguien fuerte y que la vida está llena de simplezas pero habitada de gente complicada. Sin embargo, no podré imitar su frialdad ni desapego, lástima.
Es que, "Soy como nadie quiere que sea, definición exacta aún no encontrada...". Pero quiero ser libre de un modo natural y espiritual así, como un gato.